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El jardín de Al-Andalus, el jardín persa. Paseando por Jardines con Historia

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Al-Andalus era el nombre que dieron los musulmanes a las tierras que iban conquistando al otro lado del Mediterráneo. Al-Andalus significaba en su lengua Tierra de bárbaros, ya que así eran llamados los visigodos por los romanos. En el año 710, se produjo la primera oleada de invasión de musulmanes en la Península, los visigodos eran los que reinaban en estas tierras.

Estos territorios no correspondían solamente a lo que es actualmente Andalucía sino que también correspondían a casi toda la Península Ibérica, sur de Francia y otras zonas de lo que es actualmente Europa.

En el año 711 Tarik desembarca con más de 8.000 bereberes en Gibraltar. Desde allí conquista Málaga, Granada y Córdoba. Derrota a las tropas del rey Rodrigo y después conquista Toledo. En junio de 712, Muza desembarca en la Península con unos 18.000 moros y conquista Sevilla, Mérida y llega hasta Toledo, donde se reúne con Tarik. Una vez invadida la Península, necesitaban, según las leyes del Islam, a un regente que viniese de línea sanguínea directa de Mahoma. Este sería el príncipe Abderramán I, nieto del califa Omeya Hixem de Damasco.

Abderramán I fue el único superviviente de la matanza de la dinastía Omeya en Damasco (Persia) a manos de los abasíes. Después de muchos años de deambular por el Magreb, Mauritania y otros territorios musulmanes huyendo de sus perseguidores, que no querían dejar ningún descendiente de su dinastía vivo, desembarca en la península, en Motril en el 755. Vence a Yusuf, en Córdoba, se instala en ella y se proclama emir de Al-Andalus y líder del mundo islámico en la Península, creando posteriormente el emirato independiente de Córdoba. Con él llegó también a la península la tradición y el arte de la jardinería de Damasco: el jardín persa.

El Jardín de Al-Andalus

Abderramán I construye la mezquita y el patio de los naranjos de la mezquita de Córdoba, primer jardín hispanoárabe que se crea en la Península. Es el jardín más antiguo del mundo que se conserva, sin cambios de relevancia hasta nuestros días. Los de la Alhambra y el Generalife son los más antiguos de Europa y también los más antiguos del Islam.

Abderramán III, fue el constructor de Medina Azahara. Córdoba en aquella época podía medirse con Constantinopla como centro económico y cultural, superaba con creces a cualquier capital europea. El califato de Córdoba llegó a su fin con la rebelión  Bereber del año 1010, que expulsó al último califa en 1031. Tras ello, el califato se fragmentó en reinos de taifas.

En 1238 se establece la dinastía de los Nazaríes en Granada, que se mantendría hasta el año 1492 como último reducto del poder islámico en la Península.

 

El Jardín de las Tres Culturas

El Génesis del Antiguo testamento, es común para judíos, islámicos y cristianos. En él se describe el primer jardín, el Edén, como El Paraíso.

Pairidaeza significa jardín en persa y pasa al griego como paradeisos, en latín paradisus y, en español, paraíso, que no identificamos como jardín sino más bien como el lugar que reserva Dios para los elegidos. Esta misma pauta se seguía en la creación de jardines en Egipto, los más antiguos creados por el hombre, o al menos eso nos cuentan los planos encontrados y conservados. De esta misma forma se crearon los jardines en Persia y parte del mundo islámico, el ‘chahar bag’, que significa el jardín de los jardines en persa.

La forma de construcción de estos jardines consiste en la división del espacio a ajardinar, normalmente de forma rectangular o cuadrada, de forma simétrica, con cuatro cuadrantes o parterres, los ejes transversal y longitudinal, en forma de crucero. Lo forman el agua, en forma de canalillos o aljibes y, en el cruce de ambos ejes, se crea un elemento destacado, el punto focal de toda la composición. Este elemento puede ser una fuente, como en el caso del patio de los Leones de la Alhambra. O un cenador como el diseño primitivo del patio de la Alberca, en el Generalife. En todos los casos la luz, los aromas, el agua, el murmullo de las fuentes, el color… son elementos fundamentales de la composición. El jardín hispanoárabe es el jardín de los sentidos.

Pasillos de gran belleza

Los primeros cuatro parterres o cuadrantes se pueden subdividir en otros a su vez, incluso se pueden crear otras divisiones en la misma línea.

Estos parterres o cuadrantes suelen ir rematados en sus límites por seto bajo de mirto o arrayan. Dentro de los parterres, plantas aromáticas, rosales de Damasco, olivos, tejos, laureles, cipreses acompañando a los ejes de simetría. Con posterioridad, limoneros y naranjos y otras plantas útiles y decorativas sin una regla estricta, como ocurre en el jardín renacentista. Estos parterres o cuadrantes formaban entre sus límites caminos enchinados o pavimentados que, simbólicamente, eran los múltiples caminos que el hombre puede tomar en su vida, unos más acertados que otros, unos que lo conducirán al bien, la gloria, al paraíso y otros que lo condenarán.

El agua, clave en el Jardín de Al-Andalus

Los caminos se construían a un nivel superior al de los parterres de forma que por medio de compuertas se pudiese desbordar el agua de los aljibes a los caminos y de éstos, a los cuadrantes de siembra. Este sistema de riego que se denomina por inundación.

Otro modelo del jardín de Al-Andalus, lo compone una alberca central. Este modelo fue adoptado por los constructores de jardines islámicos a su llegada a la Península, inspirado por los peristilos romanos. Los patios o peristilos de las villas romanas de las clases medias y altas tenían una alberca central, con poca vegetación en su alrededor y dispuestos pilares perimetrales que soportaban una cubierta de tejas, lo que equivale al corredor en el patio andaluz y al hispanoárabe. Por ello la denominación de teja árabe sería incorrecta ya que su origen es romano. Igualmente los arcos de herradura no eran árabes, sino visigodos, utilizados y mejorados en su diseño a nivel estético por el mundo islámico.

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Del Jardín al Patio

El patio en Al-Andalus era el más común entre las clases medias y altas, lo adoptaron tanto moros como judíos y posteriormente los cristianos. El patio andaluz es la consecuencia de todo ello.

El jardín-patio era como el actual salón de una casa, el más rico en su decoración, la zona principal de una casa, el lugar donde se recibían y se trataba de impresionar a los invitados y visitas, donde se desarrollaba la vida de la casa, la zona más noble de la vivienda.

Desde Al-Andalus el patio pasó al norte de Marruecos, con el destierro de los moros no conversos de España por los reyes católicos. El jardín de Al-Andalus también llegó al nuevo mundo de manos de los conquistadores españoles a partir del 1492 y a Italia en el renacimiento.

Gracias a la historia vemos la importancia y la influencia que ha tenido el jardín hispanoárabe en la historia de la jardinería, en Oriente medio, Europa y el nuevo mundo. Únicamente Asia, que en principio fue tahoísta y después budista, quedó fuera de la influencia del jardín hispanoárabe.

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