Te alojas en un buen hotel. Llegas a tu habitación y está muy limpia y ordenada que es, por otro lado, lo que esperas del establecimiento. La cama está perfectamente hecha con sábanas blancas relucientes. Cuando llega el momento de acostarte en ella te invade una sensación de paz inmensa. No es casualidad. De hecho, la decoración de los hoteles está cada vez más perfeccionada para transmitir una imagen particular o una sensación. Quizás de lujo, de confort o de cierto tipo de ambiente.
Si pensamos en nuestras casas, también nos puede venir a la mente el tacto suave y agradable de unas sábanas, un sofá mullido, una línea curva en la madera de una mesa o una alineación perfecta entre alfombra y sofá. Una estancia bien perfumada, un visillo que deja pasar la brisa que viene de fuera o una combinación armoniosa de colores en la habitación… Todas esas sensaciones que percibimos tienen un efecto inmediato en nuestra mente y están estudiadas dentro de la psicología ambiental y, a su vez, dentro de la psicología del diseño de interiores.
Por mi oficio escucho a muchas familias decirme que quieren cambiar de vivienda porque no se sienten a gusto en su casa. En algunas ocasiones es porque les falta o sobra espacio. En otras es porque la calidad de los aislantes térmicos o acústicos es muy baja y su día a día se ha convertido en un suplicio. En definitiva, ya no se sienten a gusto en su hogar. Los factores pueden ser externos o internos. Con respecto a estos últimos sí que se puede actuar y es aquí donde entra en juego la psicología.
Se puede reconocer fácilmente un espacio en el que no nos sentimos cómodos. El uso de ciertos colores que pueden ser de un gusto muy personal, la acumulación de muebles u objetos, o el desorden. Hay personas que detestan los ángulos no rectos y se sienten muy incómodas en habitaciones que no son un rectángulo o un cuadrado perfecto. También es cada vez más común rehuir de las “casas-museo”, esos espacios, en su mayoría salones, en los que los muebles, normalmente por ser muy especiales, no se utilizan y quedan como un mero escaparate.
Para gustos, hay colores. Para cada cual hay un ideal de espacio, pero siempre hay algunos factores en común para la mayoría de las personas: preferimos un espacio en orden a uno desordenado, con composiciones sencillas, sin grandes estridencias, que tenga sentido de conjunto y en el que nos podamos ver a nosotros mismos.
Factores clave en la psicología de la decoración
Estos factores, los que nos atraen y los que rechazamos, se pueden englobar en los distintos aspectos que estudia la psicología del diseño de interiores: la amplitud, lo complejo de un espacio, el sentido de conjunto, las texturas, incluso la temperatura. Aquí uno de los factores fundamentales es el color, ya muy estudiado y del que ya, por su aplicación en el día a día, prácticamente todos intuimos cómo funciona: vinculamos el naranja al optimismo, el blanco a la limpieza y la serenidad, y el azul a la tranquilidad, por poner algunos ejemplos.
Cuando acudimos a un profesional de la decoración debemos buscar máxima complicidad para que pueda captar no solo nuestras necesidades, sino también qué esperamos sentir en nuestro hogar. De nada sirve que el o la profesional insista en algunas propuestas, si después, cuando nos toque estar en casa, no vamos a estar a nuestro gusto. Por ejemplo, si se insiste en poner un sofá blanco cuando se tienen mascotas o niños pequeños, implica asumir la frustración que nos va a provocar ver nuestro sofá siempre sucio. Antes de llegar a este punto, es mejor colocar un sofá con un tono más oscuro.
Por otro lado, si nos encargamos de la decoración de nuestra casa, lo ideal sería inundarla de nuestra personalidad para no caer en esas “casas en serie”, en las que repetimos cuberterías, vajillas, sofás y estanterías, etc. Diferenciarnos un poco de los demás y salirnos un poco de la norma establecida, siempre con buen gusto, nos va a facilitar también encontrar buenas sensaciones en nuestro hogar.
Siempre hablo de lo importante que es que nuestro hogar nos transmita paz, descanso. Que a fin de cuentas sea nuestro refugio. Aplicar los principios de la psicología del diseño de interiores puede ser la herramienta perfecta para comprender cómo debemos componer los espacios para que nos aporten justamente eso que buscamos que nuestro hogar nos dé.
Autora:
Gema Armenta
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