En Córdoba tenemos un gran legado arquitectónico fruto de siglos de historia y construcciones que conservamos de las diferentes civilizaciones y culturas que nuestra ciudad ha albergado.
Desde la época romana hasta nuestros días hay un lugar en Córdoba que ha sido y es un lugar emblemático, espacio donde los ciudadanos han transitado, celebrado y conversado. Un lugar que ha sido confluencia de caminos, ha albergado edificios de suma importancia para nuestra ciudad y que hoy en día, los cordobeses la utilizamos como espacio de ocio y es referente cultural. Se trata de la Plaza de la Corredera.
Su Arquitectura
La Plaza de la Corredera, única plaza rectangular de Andalucía, cerrada por tres de sus lados por casas porticadas y que en su parte sur destacan dos edificios con mayor importancia histórica como son el Mercado Sánchez Peña, de estilo manierista sin excesivos ornamentos. Destaca en su interior un gran balcón central fruto de sus origen, ya que fue la antigua cárcel y posterior Casa del Corregidor.
El otro edificio es la Casa de Doña Ana Jacinta y que permanece intacta gracias a la perseverancia de su propietaria Doña Ana Jacinto de Angulo que consiguió mediante una real cédula que el rey Carlos II detuviera su demolición. El edificio consta de cuatro plantas donde destacan sus numerosas y pequeñas ventanas, sus balconcillos con columnas de fuste liso y capitel toscano. Actualmente el edificio alberga un centro cultural de la Universidad de Córdoba.
La plaza tiene su entrada y salida a través de los llamados Arco Alto y Arco Bajo, así como por las calles Toril y Sánchez Peña.
Su historia ligada a la ambición de un político
La historia de la Plaza de la Corredera es el resultado de la ambición de un político que marcaría a toda la ciudad, el Corregidor Francisco Ronquillo Briceño. Pero antes de adentrarnos de lleno en ese hecho, nos remontaremos al pasado romano de la ciudad, ya que la plaza en sus orígenes fue el circo romano, con una orientación Este-Oeste y que estuvo en pleno uso hasta el siglo II.
Después de su desaparición se utilizó como zona de cantera por los habitantes de Córdoba, de hecho, muchas de las construcciones posteriores están construidas con piedras obtenidas del circo romano. En la época musulmana era denominada como zona de desahogo y no tenía importancia en la estructura de la ciudad.
La actual plaza nació en el reinado de los Reyes Católicos, cuya orden encargaba construir una nueva plaza para la ciudad. Aunque de aspecto añejo, esta plaza comenzó a acoger corridas de toros mientras cumplía también su función de mercado que le habían consignado los monarcas.
La Plaza que hoy conocemos nace con la llegada a la ciudad de un nuevo corregidor, Francisco Ronquillo Briceño. Un político noble y militar nacido en Milán en 1644. Estuvo al servicio del Estado Español en puestos de relevancia durante el reinado de Carlos II y Felipe V. Durante los años de su alcaldía (1682-1689) hizo grandes méritos con el fin de volver a la Corte en Castilla, acontecimiento que finalmente llegaría.
Durante estos años del siglo XVII se habían puesto de moda las plazas mayores de Madrid y Valladolid y de ahí surgió la idea de hacer lo mismo en Córdoba, una obra que le hizo sumar gran cantidad de elogios como gestor y que sorprendentemente la culminó en cuatro años.
Buscó entonces un arquitecto salmantino, Antonio Ramos Valdés, para la ejecución de sus obras, éste optó por el ladrillo visto como técnica constructiva, ya que era barata y se usaba mucho en Córdoba, además eran muchos los albañiles especializados en la ciudad en esta técnica.
A la finalización de las obras, la Plaza de la Corredera se convirtió en una gran plaza central con gran movimiento a diario que continuó así hasta el siglo XIX. Durante esta centuria dos sucesos marcarían el declive de la plaza. La primera fue en 1850, el cese de las celebraciones de corridas de toros y la segunda fue que la Casa del Corregidor, actual mercado de abastos, dejó de desempeñar tal función, convirtiéndose en una fábrica de sombreros propiedad de José Sánchez Peña, por lo que los usos públicos que tenía el edificio pasó a ser de uso privado.
Pero sería a finales del siglo XIX cuando se construyó un mercado en el centro de la plaza, que supuso la desnaturalización de este espacio que estuvo durante medio siglo en pie. Un edificio realizado con una estructura de hierro muy típico de la época y de una muy extendida inspiración francesa.
La reconversión a Plaza Mayor
Durante la alcaldía de José Cruz Conde (1924-1926) la Plaza de la Corredera volvería a ser una gran plaza y a recuperar su antigua función. El edificio central fue demolido y se dejó ver de nuevo el ladrillo visto como elemento estético de la plaza. Se recuperó el espacio libre en el centro y se construyó un mercado en el sótano, este lugar, alguno de nuestros mayores lo recordarán ya que durante la Guerra Civil se utilizó como refugio por los bombardeos que sufrió nuestra ciudad.
La actual Plaza de la Corredera
Hoy en día la Plaza de la Corredera es un espacio turístico, cultural, transitado y cosmopolita. Ha recuperado su pleno sentido de la palabra. Es una plaza de la que todos los cordobeses disfrutamos y admiramos. Además de acoger al turismo con sus numerosas terrazas y apartamentos turísticos. Hemos sabido acondicionarla para un uso cultural y de ocio, donde se celebran numerosos actos culturales, como la Noche Blanca del Flamenco.
Aunque desde mi humilde opinión, aún en Córdoba no hemos sabido sacarle todo el potencial que como espacio tiene, tanto por su historia, como por su situación estratégica que tiene. Quizá algún día sea mucho más reconocida de lo que hoy actualmente es.
Esperamos que os haya sido útil la entrada «Plaza de la Corredera, la herencia de un político codicioso. Edificios con historia«. Recuerda inscribirte en nuestra newsletter para estar informado de todas las novedades de Obra Nueva en Córdoba y noticias relacionadas con el mundo inmobiliario. Quiero inscribirme ahora
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