Llegas a casa y ves desorden y caos por todos los rincones. Sientes frustración y quizás pienses que te falta tiempo para ordenar todo. Hasta es posible que pienses que qué más da que recojas porque enseguida va a estar todo desordenado de nuevo. No estás de enhorabuena, has entrado en el ciclo del desorden perpetuo.
También se puede dar el siguiente caso: vas a salir de casa, probablemente con prisa, y no encuentras las llaves del coche. Efectivamente, vas a llegar tarde a tu cita o al trabajo.
Estas dos situaciones que describo arriba son bastante frecuentes y tienen que ver con muchos factores: la personalidad, las dotes organizativas (o la ausencia de ellas) y las circunstancias. Para las dos primeras hay que hacer un esfuerzo individual si se quieren cambiar pero, para la última sí hay infinidad de soluciones. No importa si vives en una casa pequeña, enorme o si la tienes llena de cosas. Con un poco de voluntad y algunos trucos es posible tener un hogar ordenado.
Claves para conseguir orden en tu casa
Evitar la acumulación: tenemos cierta tendencia a comprar más de lo que necesitamos. Es un ejercicio muy útil plantearse dónde colocar aquello que tenemos previsto comprar antes de pasar por caja o en qué situaciones lo vamos a usar. También se puede utilizar una norma muy interesante que consiste en pensar que “si algo entra, algo sale”. Así nos podemos concienciar de que, si queremos comprar algo que ya tenemos, debemos deshacernos de algo similar.
Si nos ceñimos a la decoración del hogar, como he mencionado en artículos anteriores: menos es más. Debemos tener a mano lo que sí utilizamos a diario y darle un lugar importante. No necesitamos tener tres vajillas en casa y dos más en el trastero, más mantas en la zona de sofá del número de personas en casa o llenar los cajones del baño de miniaturas de hotel. Se trata, en definitiva, de tener lo que necesitamos y evitar los “por si acaso”.
Eliminar o donar lo que nos sobra: esta tarea es fundamental para tener la casa en orden. Es muy importante para nuestro bienestar mental deshacernos de elementos que no necesitamos o a los que no les damos uso. Siguiendo algunas técnicas como las propuestas por la ya muy popular Marie Kondo de categorizar los elementos a ordenar (ropa, documentos, libros, etc.) para, a continuación, reunirlos todos y, siguiendo un estricto proceso de “despedida” y almacenaje, se pueden conseguir resultados asombrosos. Todo forma parte de una teoría mucho más compleja y que tiene que ver con nuestra propia psicología, pero para nadie es extraño relacionar un espacio limpio y ordenado con cierta sensación de paz, de tareas completadas y de descanso mental. Una vez que se reúne todo lo que no necesitamos, se puede donar si está en buen estado o, incluso, vender.
Un lugar para cada cosa: una vez hemos eliminado todo lo que nos sobra, podemos apreciar todos los espacios que tenemos en casa y darle a cada cosa un lugar específico. Esto sirve para – por ejemplo – colocar siempre los abrigos o bolsos en un lugar concreto cuando se llega de la calle, para no perder nunca las llaves de sitio, evitar montañas de ropa o documentos, o para saber dónde colocar cualquier elemento que esté fuera de lugar y poder ordenar rápidamente. Tener organizadores en cajones o cajas etiquetadas en los armarios siempre ayuda. Si tienes un espacio multiusos, como un salón-despacho o un dormitorio-zona de lectura, siempre será útil no mezclar zonas, haciendo una separación clara de áreas y objetos.
Cambio de hábitos
Nuestros hábitos: esta parte es la más complicada, ya que implica cierta voluntad, esfuerzo y disciplina. Es muy satisfactorio aprender a ordenar, ver resultados poco a poco y mantener ciertas rutinas para crear el hábito del orden. Algunos ejemplos son salir de casa con la cama siempre hecha, recoger la cocina mientras se usa, dejar preparada la ropa que nos vamos a poner al día siguiente, agrupar los elementos por persona – con etiquetas si se quiere -, realizar listas y tablas de organización para las tareas y ceñirse a ellas o enseñar a nuestros hijos a ordenar jugando.
Mantener estos hábitos es la parte más difícil pero, una vez te hayas acostumbrado a vivir en un espacio en orden, sin “ruido visual” ni sobrecarga de muebles o cosas, en el que encuentras lo que necesitas sin necesidad de perder tu tiempo, en el que recoger es fácil y rápido, habrás ganado en salud mental evitando frustraciones. También habrás ahorrado tiempo gracias a la automatización de tareas y sentirás que la vida, que ya de por sí es complicada, puede ser un poco más llevadera, al menos, en ese oasis que llamamos hogar.
Autor:
Gema Armenta
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