Para esta última entrega de esta serie de Casas del Mundo, que tanto nos ha enseñado y nos ha hecho viajar y soñar con paraísos por toda la geografía mundial, queremos finalizar este viaje en nuestro país, España. Es una maravilla recorrerlo e ir viendo conforme avanzas kilómetros las diferentes formas de arquitectura que posee, somos muy ricos en lo que a ella se refiere. Somos un país en el que hemos sabido salvaguardar todo lo bueno que nos han ido enseñando las civilizaciones que han pasado y que tanto valor cultural tiene.
Vamos a recorrer toda la geografía española para conocer de Norte a Sur y de Este a Oeste, para descubrir las Joyas arquitectónicas como son las Barracas de la comunidad valenciana, Las Masías de la zona que antes ocupaba la Corona de Aragón y por último, los Cortijos de Andalucía, La Mancha y Extremadura.
Las Barracas
Comenzaremos viajando al Levante español para conocer las barracas, para muchos valencianos son una de las señas de identidad de su amada tierra. Es una arquitectura singular y propia del lugar, siendo un excelente ejemplo de arquitectura popular de nuestro país.
Fundamentalmente las barracas “mayoritaria”, son las más frecuentes en la zona de La Albufera de Valencia. En tiempos de los íberos ya encontramos construcciones parecidas a las barracas, eran chozas que fueron sustituyendo su forma circular por rectangular. Sus cubiertas eran muy pronunciadas y vegetales.
Desgraciadamente desde principios del siglo XX entraron en decadencia, la industrialización y la urbanización de Valencia, además de su falta de condiciones higiénicas, hicieron que incluso se redactaran leyes que prohibían su construcción y conservación.
Adentrándonos en su arquitectura, la barraca valenciana es una construcción de planta rectangular. Está construida de materiales de la zona, como es el barro, cañas y paja. Normalmente suelen estar orientadas al sur y tienen dos fachadas. En la fachada principal tiene una puerta en su lado izquierdo, una ventana a la derecha, además en casi todas tienen un banco apoyado de obra y un emparrado. En la fachada posterior también tiene una puerta de acceso.
La cubierta es triangular, a dos aguas, con una notable inclinación, que le hace desaguar rápido y fácil. Es muy típico en los espacios encontrarnos hornos circulares y “seberes” que son pequeñas chozas de cañizo que se utilizan para almacenar y secar cebollas.
Su distribución interior consiste en un amplio pasillo que transcurre por todas la edificación. Aquí se desarrolla la actividad principal de la vivienda, situándose la cocina y comedor, mientras que en la zona posterior nos encontramos los dormitorios y el almacén. La parte superior se denomina la andana, tenía su acceso a través de una escalera de mano, allí se almacenaba la cosecha y se criaban gusanos de seda.
Mucho antes de que en se utilizaran los términos de arquitectura ecológica, bioclimática y sostenible, las barracas ya utilizaban materiales ecológicos para su construcción, su climatización era sostenible y la utilización del espacio era funcional.
Las Masías
Continuando por el levante español, subimos para conocer un tipo de construcción rural típica de la zona de Aragón y Cataluña. En tiempos de la antigua Corona de Aragón, las masías se extendían también por todo el sur de Francia, la Provenza y Valencia. Sus orígenes se remontan a las antiguas villas romanas. Son construcciones aisladas, con una explotación agraria y ganadera de tipo familiar.
Muchas masías disponían de torres defensivas, o muros exteriores para defender a los habitantes de las zonas fronterizas o costeras, como era el caso en Valencia o toda la costa catalana.
Su arquitectura y elementos han ido variando conforme ha pasado el tiempo, además de su ubicación, que también determinaba los materiales que se usaban. Si la zona era de montaña, se utilizaba la piedra sin pulir. Mientras que si la zona era costera o llanuras se utilizaba el adobe.
La gran mayoría de las masías están orientadas al sur, dependiendo del siglo de su construcción la puerta de entrada es diferente. Si es anterior al siglo XVI, nos encontramos que las puertas son de dovelas, mientras que si es posterior son de dintel. La planta no suele superar los cinco metros de altura y la cubierta con dos vertientes, se realizaban mediante un entramado de vidas perpendiculares a la fachada. Se recubría de tejas o baldosas. En las zonas montañosas lo habitual es encontrar cubiertas de pizarra.
Los techos interiores solían tener una bóveda de crucería y las paredes entre 30 y 50 centímetros de espesor. Solían ser de dos pisos y la distribución dependía de la necesidad de cada familia, pero lo habitual era que el primer piso se reservara para las tareas propias del campo e incluso para los animales, mientras que el segundo era destinado para la vivienda.
En la actualidad, numerosas masías se han transformado en casas adaptadas para el turismo rural y la hostelería
Los Cortijos
Nos vamos hacia el sur para conocer la construcción típica rural de la zona meridional de España, propias de Andalucía occidental, Extremadura y La Mancha. Son construcciones más o menos grandes, con muchas o pocas dependencias, dependiendo del tipo de explotación en la que se encuentran. Normalmente, se encuentran alejadas de las localidades donde se concentra población, condicionada sin duda por los grandes latifundios que abundan en esas zonas.
En su origen, los cortijos, eran construcciones que cubrían las necesidades de las grandes explotaciones en las que se rotaban los cultivos, era su actividad principal la agrícola, quedando en segundo plano la ganadería.
Los cortijos daban alojamiento a los numerosos trabajadores, a los propietarios cuando estaban, ya que era poco habitual que estuvieran en él temporadas largas y al almacenamiento de aperos y productos agrícolas. Todo esto en diferentes edificaciones amplias y organizadas en torno a uno o más patios.
El antecedente de los cortijos, cabe destacar las alquerías, de la época musulmana, que era un conjunto de construcciones de las explotaciones agrarias.
Introduciéndonos en sus dependencias de los trabajadores, nos encontramos una cocina con una chimenea de gran campana y numerosas encimeras, sencilla y austera. Sólo aquellos trabajadores con más cualificación disponían de habitación privada y los caseros disponían de vivienda propia independiente, pero conectada al conjunto. La vivienda principal, si gozaba de mayor confort y calidad constructiva.
Como hemos citado antes, los cortijos blancos encalados y de tejas morunas, giraba en torno a un patio, cerrado en su frente por un gran portón. En torno a él se situaban la zona ganadera y las de almacenaje de semillas. También solían tener talleres de fragua o carpintería, era un núcleo autosuficiente.
Es muy habitual encontrarnos cortijos en los que abunden los adornos de azulejo, fuentes, pozos y abrevaderos. También los típicos molinos de aceite, bodegas, silos y pajares, todo dependiendo de la zona, si es vitivinícola, de producción de cereal o de cultivos de olivo. En los que están dedicados a la cría del toro bravo, no les falta la construcción de un tentadero.
Sobre todo en zonas de tradición vitivinícolas de Sevilla y Jerez, nos encontramos con cortijos o Haciendas que bien podrían ser palacetes. Estos suelen tener construcciones adicionales como capillas, especialmente las de época barroca sevillana.
Sabiendo que me dejo muchas de las otras joyas de nuestro país en el tintero, os animo a leer sobre ellas, a viajar y conocer estos fantásticos lugares, a buscar información sobre nuestra arquitectura popular, que es muy extensa y rica, despidiéndome de esta sección que a nivel personal me ha aportado tantos momentos extraordinarios.
Esperamos que os haya sido útil el post «Barracas, Masías y Cortijos, las Joyas de la Corona Española. Casas del Mundo» que nos escribe nuestra colaboradora Ángela Gómez. Recuerda inscribirte en nuestra newsletter para estar informado de todas las novedades de Obra Nueva en Córdoba y noticias relacionadas con el mundo inmobiliario. Quiero inscribirme ahora
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