Hay muchos edificios en Córdoba con una calidad arquitectónica e histórica únicas, pero hay otros, por lo menos desde mi punto de vista, que son majestuosos. Y eso es lo que me parece a mí este edificio que en la actualidad acoge la sede del Rectorado de la Universidad de Córdoba y que durante varias décadas albergó una de las más prestigiosas facultades de Veterinaria de España entre los años 1941 y 1997. Particularmente, este edificio guarda un entrañable recuerdo para mí, ya que para mi familia ha significado ver a un miembro de ella, D. Rafael Mancha Calero, hacer una tesina en Bromatología de una calificación excelente en junio de 1993.
Seguro que alguno de vosotros tiene alguna anécdota o alguien conocido que haya estudiado en tan prestigiosa facultad que tuvo un periodo de máximo esplendor, con una fama en Hispanoamérica y en el mundo por la calidad de su enseñanza, que hizo que una gran parte de los alumnos fuesen de otras partes del mundo.
Quién no ha pasado alguna vez por este edificio y no ha admirado su impresionante fachada, quien no ha disfrutado, de una generación muy concreta y que me consta que sois lectores de nuestra revista, de la Cata del Vino Montilla-Moriles que se celebraba cada año en las instalaciones deportivas y corrales de la facultad. Quien actualmente no ha paseado por los jardines en los que se ha convertido toda esa explanada… seguro que sois muchos.
Arquitectura de la Facultad de Veterinaria
La Antigua Facultad de Veterinaria de Córdoba, situada en la Avenida de Medina Azahara, frente al antiguo cuartel de Artillería, es de estilo neomudéjar de fachada regionalista que seguro ha cautivado a viajeros románticos de finales del siglo XIX que viajaban a Andalucía por el exotismo oriental que evocaba su arquitectura hispanomusulmana y que tantas novelas ha inspirado. Este nuevo estilo se asoció especialmente a construcciones de carácter festivo y de ocio, como salones de fumar, casinos, estaciones de tren, plazas de toros o saunas.
Según el profesor Villar Movellán, es “la muestra más destacada del Regionalismo en Córdoba”. Algunos de sus rasgos, inspirados en la Mezquita, se ven claramente en la fachada, como son los arcos de herradura o las dovelas bicolores. El edificio fue proyectado por el arquitecto Gonzalo Domínguez Espúñez y ha sido una de las obras en construcción más largas de sus proyectos, ya que comenzó a construirse en 1914 y no terminaría hasta 1936. Aún habría que esperar cinco años más hasta que se alojara finalmente la facultad en el edificio, hasta ese momento Escuela de Veterinaria en la calle Encarnación Agustina (Regina).
La piedra y los azulejos se combinan en la grandiosa fachada del edificio, preliminada de unos jardines, sobre los que vemos dos cuerpos que crean la sensación de que estamos en una plaza central.
Ya desde la acera de la calle se puede observar las artísticas rejas y las dos hileras de naranjos que te llevan por el camino de mirtos o arrayán, hacia los escalones de entrada. Cabe destacar la cantidad de vegetación y árboles que encontramos como el cedro del Himalaya, el ciprés, el magnolio, la palmera datilera, el arce o la jacaranda.
En la parte interior del edificio cabe destacar sus azulejos decorados tan típicos de la arquitectura musulmana que adornan cada una de sus numerosas escaleras bien iluminadas por ventanas con forma de arcos, sus pasillos amplios de suelos en mármol bicolor en negro y blanco. Sus salas con motivos mudéjares y artesonados en los techos, así como frontales decorados con arcos de herradura angrelados.
Su larga construcción
Como ya he citado con anterioridad, la construcción del edificio fue cuanto menos tediosa, ya tuvo que pasar más de dos décadas para verla acabada. Durante el proceso, hubo grandes hechos históricos que la marcó para siempre.
Tras llevar siete años desde el comienzo de su construcción, en 1921, solo se había terminado la planta baja y ya casi no había presupuesto para continuarla. Fue así como estuvo parada durante ocho años, hasta que el General Primo de Rivera impulsó de nuevo el proyecto aunque tuvo un gran recorte económico, al considerarlo una obra muy lujosa. Desgraciadamente sufrió otra parada en 1932 tras estar agotada la asignación del General, retomándose de nuevo las obras en 1934.
En 1936, estalla la Guerra Civil y el edificio que casi estaba terminado, es ocupado por el ejército, ocupándose el sótano como polvorín, quedó terriblemente dañado durante esa ocupación que continuó hasta 1942, que aún ya finalizada la guerra continuaba allí instaladas las fuerzas militares en el ala este, mientras el resto ya era Escuela Superior de Veterinaria.
El encanto que desborda el edificio y su entorno se ha trasladado en la actualidad lo que antes era las instalaciones deportivas y la gran explanada donde estaban los corrales, ahora se han convertido en un parque rodeado de jardines que ha hecho cambiar la fisionomía de una parte del barrio de Ciudad Jardín. Este espacio lleva el nombre de Juan Carlos I.
El uso del edificio ha evolucionado en estos últimos años, siendo ahora la sede del Rectorado de la Universidad de Córdoba. No había mejor edificio para desempeñar esta función en una ciudad, que desde aquí quiero revindicar, que se vuelvan a reutilizar esos edificios de facultades que están abandonados y que vuelvan a lucir su arquitectura grandiosa como hace años. Que no dejemos que esos edificios se deterioren hasta el punto de ser derribados, deberíamos de aprovechar toda esa infraestructura que ya está en pie en nuestra ciudad.
Esperamos que os haya sido útil la entrada «Antigua Facultad de Veterinaria de Córdoba. Edificios con historia«. Recuerda inscribirte en nuestra newsletter para estar informado de todas las novedades de Obra Nueva en Córdoba y noticias relacionadas con el mundo inmobiliario. Quiero inscribirme ahora
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